En el mes de junio del año 1.982, en una convivencia con sacerdotes, nos quejábamos algunos sacerdotes
de la poca atención que mostrábamos a nuestros más inmediatos colaboradores,
los monaguillos. En general eran niños de familias poco cristianas que acudían
a la parroquia por las propinas que daban algunos feligreses y por la pequeña
paga que les daba el sacerdote. Nos preocupaba seriamente que aquellos niños,
una vez abandonan la parroquia no volvían a pisar la iglesia.
Aquello me preocupo y pensé: ¿por qué no podría ser la
persona que pudiera poner en movimiento esta idea de ir formando un grupo de
niños, que con el tiempo , incluso, podrían recibir la llamada del Señor, al
fin y al cabo yo fui monaguillo, la mayoría de los sacerdotes hemos sido
monaguillos y pienso que algún Obispo también.
Soy una
persona vehemente, no me gusta dejar las cosas para luego, por eso me equivoco
muchas veces, peo otras veces por esta mima razón acierto. Quise probar
aquel mismo verano y con la ayuda de
Alfonso Garzón, pienso que en los últimos cursos de seminario y con alguno más
hice la primera experiencia en los últimos días de julio de aquel mismo año.
Contaba con una residencia para chicos que había puesto en marcha unos años
antes en Úbeda. Escribí a varios sacerdotes, exponiéndoles la idea y pensaba
que con juntar en esa primera convivencia quince o veinte niños sería
suficiente.
Cual fue mi
sorpresa que acudieron 55, hasta el punto que ya no cabían más. El éxito fue
rotundo, los sacerdotes de la diócesis, en una gran mayoría, acogieron bien
aquella idea y esto me animó a seguir trabajando en algo que podía ser interesante. Al año siguiente repetí la
experiencia, también en -Úbeda, y ese año ya no pudimos atender algunas de las
solicitudes por falta de espacio.
Ya en el
verano del ochenta y cuatro las solicitudes se dispararon y pudimos
trasladarnos a Ibros, se acababa de inaugurar el Centro Parroquial y se acababa
de poner en marcha una cooperativa de confección donde trabajaban veinte
mujeres del pueblo. Se fueron ampliando las instalaciones y con los albañiles
por medio ese año se organizaron dos
convivencias de cien monaguillos cada una. Como no era posible albergarlos en el Centro parroquial, se ofrecieron
varias familias del pueblo y dormían en sus casas, cosa que ayudó a que el
pueblo se sintiera muy identificado con este tipo de actividades que se
organizaban en la parroquia.
Ya me llovían solicitudes de un
sinfín de lugares, no solo de Jaén, sino de Málaga, Ciudad Real. Toledo,
Sevilla, Huelva, Granada, Madrid…Salamanca y un sinfín de diócesis.
La prensa, la radio, la televisión se
dispararon y aparecieron artículos en
muchos periódicos, yo diría que casi toda la prensa nacional, entre
ellos en las páginas centrales de “El
País”, cosa que motivó que también la televisión tomara cartas en el asunto y en el programa
“la Tarde” que lideraba María Ángeles Caso, dedicando casi media hora en una
entrevista con varios monaguillos y dos seminaristas de color, de Costa de
Marfil, que vestidos con camisa negra y
que solo con la tirilla del Clerimang y los dientes blanqueaban su atuendo.
Me entrevistaron periodistas de la
talla de Iñaki Gabilondo, Tico Medina,
Encarna y varios de Radio Nacional, además de muchos otros de provincias cuyos
nombres no recuerdo. A finales del año 99, fecha en que marché de Ibros, habían
pasado por la Casa tres mil doscientos monaguillos.